Constitución
NACIONAL

Abogado, Eduardo Salas y el próximo Plebiscito: “El Constituyente”

Por: Eduardo Salas, presidente de Nueva Clase Media.

“Desde el Norte de Chile expreso estas ideas para un Plebiscito que cambiará el destino de nuestro querido país, su pueblo y sus regiones.

El Constituyente es el pueblo soberano de Chile.

La Soberanía, es decir, el poder para decidir el destino de un país, radica en el pueblo. El pueblo, sin distinción alguna, son todos y cada uno de sus habitantes.

Los ciudadanos que tienen derecho a voz y voto son quienes representan esa soberanía popular.

La clave: Plebiscito del 25 de octubre

Entonces, el 25 de octubre de 2020 se inicia el proceso soberano de otorgarnos una Nueva Constitución.

El primero en pronunciarse, democráticamente, será aquel que detenta el poder constituyente, esto es, el pueblo de Chile, que es el principal protagonista del proceso democratizador que estamos viviendo, y lo hará, abrumadoramente, votando por el Apruebo de la Nueva Constitución y por la opción de una Convención Constitucional, cien por ciento electa.

¿Por qué la relevancia de este Plebiscito?

Ese día 25 de octubre, los ciudadanos y ciudadanas, firmaremos un contrato entre todos para profundizar nuestra democracia y tener una Convención Constitucional.

Esta Convención Constitucional que elegiremos el 5 de abril de 2021, con el objeto de redactar la Nueva Constitución y será, por primera vez en Chile, plenamente democrática, desde su origen, su espíritu, su contenido hasta su aprobación final en un nuevo plebiscito en 2022.

Han pasado 40 años desde que estamos luchando por reestablecer el poder constituyente.

La dictadura se lo arrancó al pueblo dictando, mediante el fraude y la imposición, una Constitución que, a parte de ese espurio origen, contuvo preceptos sustancialmente anti democráticos, inspirada en ideas neoliberales en lo económico y atropellando la voluntad popular.

Así, sin perjuicio de sus modificaciones, hemos tenido una carta fundamental cuyo origen y contenido dañó la democracia y la justicia social.

Eduardo Salas

Los efectos para el país

Lo dicho puede apreciarse en las bases de la institucionalidad de la Constitución del 80, en las normas sobre derechos y en el régimen político, que constituyen un todo inspirado en un modelo económico en extremo neoliberal y en la negación de los roles vitales del Estado, con un ropaje aparentemente democrático.

La soberanía popular perdida

Es así, como la actual Constitución niega la soberanía popular, mencionando una de carácter Nacional, ambigua expresión que desdeña al pueblo.

Tenemos una constitución que sigue insistiendo en el ESTADO UNITARIO cuando somos, en escencia, un ESTADO REGIONAL, o sea, un Estado fundado en sus regiones, provincias y comunas.

¿Y qué tenemos ahora?

Esta Constitución consagra, sin mencionarlo, el ESTADO SUBSIDIARIO, dejando a la sociedad civil como responsable de dar solución a los temas esenciales, de la educación, la salud, la seguridad social, el trabajo, la vivienda, el medio ambiente y la cultura.

Un Estado mínimo, que ojalá sólo actúe en excepcionales circunstancias y que, si lo hace, muy pronto debe dejar de hacerlo, reemplazándolo por la actividad privada en todos los ámbitos.

La actual Constitución niega al Estado la acción económica, pero también lo excluye de la acción social. En fin, con ello, tenemos una Constitución que no garantiza los derechos sociales que permiten que la población viva con dignidad.

Pueblos Indígenas

Especial mención en esta nueva etapa, deben tener nuestros pueblos indígenas.

La Constitución del 80 y ninguna de las anteriores reconocen los pueblos originarios.

Por eso, una Nueva Constitución debiera iniciar su articulado, en primer lugar, reconociendo que somos un Estado pluricultural y plurinaciona,l compuesto por diversos pueblos indígenas a los que se reconoce, constitucionalmente, sus derechos territoriales, colectivos, políticos y culturales.

¿Y qué otros efectos prácticos tiene la actual Constitución?

La actual Constitución establece un régimen cesarista Presidencial con un sistema bicameral anacrónico.

Por ello, el nuevo poder constituyente puede abrirse a un régimen semi presidencial, con un Jefe de Estado electo universalmente y un jefe de Gobierno resuelto en el Parlamento, con equilibrio de poderes y con un sistema único de representantes distribuidos con justicia electoral, proporcional y territorial a lo largo de todo Chile.

Esto es, un sistema semipresidencial con un congreso UNICAMERAL de representantes.

¡Lo que se viene!

Sin duda, que el nuevo poder constituyente puede abordar los temas aquí planteados y muchos más, que nos permitan alcanzar una democracia social, cultural, económica y políticamente integrada, puesto que nos encontramos en los albores de una nueva República.

Los movimientos sociales de los últimos 10 años, cuya expresión de octubre del año recién pasado, nos demandan una Nueva Política, nos dicen también que los partidos deben estar al servicio de ello.

No siendo, ni pretendiendo ser, la vanguardia del pueblo, ni ser quien convoque, dirija y controle los procesos.

La nueva política nos exige estar detrás, acompañar, integrar, ayudar y entregarnos humildemente a aquello que todos y todas están llamados a construir pacífica, democrática y activamente en Chile”.