
Día Mundial del Cáncer de Próstata: Su letalidad es evitable con detección temprana
- Aunque en sus etapas iniciales muchas enfermedades prostáticas son silenciosas, sus consecuencias pueden ser graves. Especialistas de la salud hacen un llamado a normalizar los controles urológicos a partir de los 45 años una vez al año y derribar los prejuicios que impiden un diagnóstico oportuno.
Cada año, más de 1,4 millones de hombres en el mundo son diagnosticados con cáncer de próstata, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En Chile, esta enfermedad se posiciona como el cáncer más frecuente y la principal causa de muerte oncológica en la población masculina.
Gran parte de los casos podrían tratarse con éxito si se detectan a tiempo. Por eso, en el marco del Día Mundial del Cáncer de Próstata, que se conmemora cada 11 de junio, especialistas de la salud insisten en la importancia de los cuidados preventivos y en derribar los tabúes que aún rodean los controles urológicos.
“Si tiene un factor de riesgo, como antecedentes familiares de la enfermedad, le recomendamos que comience sus chequeos a partir de los 40 años. Si no hay factores de riesgo, es fundamental iniciar el control a los 45 años. En ambos casos, se sugiere realizar anualmente el antígeno prostático y el tacto rectal”, explica el Dr. Jaime Barahona, urólogo de Clínica Dávila Vespucio.
El Dr. Pablo Pizzi, urólogo de Clínica Santa María, coincide en la importancia de los controles regulares, especialmente considerando que los principales factores de riesgo no son modificables. La edad, los antecedentes familiares y etnia son determinantes en el desarrollo de esta patología. Por ello, más que hablar de prevención, el enfoque debe estar en el diagnóstico temprano, que permite tratar la enfermedad en etapas curables.
¿Cómo se manifiesta el cáncer de próstata?
Esta enfermedad en etapas iniciales no suele presentar síntomas y, por ello, es importante la prevención y el control anual de hombres mayores de 45 años, comenta el Dr. Ramiro Vargas, urólogo de Clínica Biobío. “El diagnóstico se realiza mediante una biopsia, en la cual se toman muestras a la próstata y se envían a analizar al laboratorio. Hoy en día existen exámenes complementarios, como la resonancia multiparamétrica de próstata que ayudan a precisar el diagnóstico”, explica el especialista.
Cuando aparecen señales evidentes, pueden incluir dificultad para orinar, sangre en la orina, dolor en la zona lumbar o pélvica, y en casos avanzados, síntomas óseos por metástasis.
“Cuando se detecta en estadios avanzados, no podemos curarlo, solo retrasar su desarrollo. En cambio, si el cáncer se pesquisa de manera localizada en la próstata, las posibilidades de curación son mucho mayores. La sobrevida a 10 años en pacientes con esta enfermedad controlada y tratada suele ser superior al 90%. Por el contrario, los pacientes con cáncer metastásico de entrada tienen un pronóstico significativamente peor”, señala el Dr. Cristóbal Mülchi, urólogo de Clínica Ciudad del Mar.
¿Cuáles son las principales opciones de tratamiento?
El Dr. Pablo Bertelsen, urólogo de Clínica Dávila, explica que dicha patología se clasifica en cinco grupos, dependiendo del nivel de riesgo, la posibilidad de comprometer la sobrevida del paciente o de generar metástasis en el futuro. Para cada uno existen distintas alternativas terapéuticas:
- Bajo riesgo (localizado): Vigilancia activa, con controles periódicos, ya que suelen avanzar muy lentamente.
- De riesgo intermedio: Cirugía o radioterapia, combinadas con bloqueo hormonal entre 6 meses y 2 años.
- De alto riesgo: Puede requerir cirugía y/o radioterapia con hormonoterapia prolongada.
- Cáncer localmente avanzado: Tratamientos combinados con enfoque más agresivo.
- Cáncer metastásico: Hormonoterapia o quimioterapia para mejorar la calidad y prolongar la vida.
Debido a esto, el experto reitera el llamado a priorizar el autocuidado y la detección temprana como herramientas clave: “Es relevante no solo al momento de tener el pronóstico, sino también porque los pacientes que se cuidan y están más sanos responden mejor a los tratamientos y toleran mejor los efectos secundarios, que por mínimos que sean, siempre existen”.

