El terrorismo en la Macro Zona Sur sin atajo ni piedad
El 1 de abril de este año, precisamente, publicamos una editorial bajo el título de “Crónica de una muerte anunciada”, donde hablamos sobre la situación en el Alto Bío Bío, específicamente en el campo San Miguel de Ralco.
¿Qué pasaba ahí? Un grupo de Mapuche encapuchados de manera descarada y cobarde, amenazó a un matrimonio de Suiza que llegó a Chile en 1975 y vive hace más de 40 años en el país, y estos delincuentes les dieron tres semanas para abandonar la vivienda. ¡Abandonar la casa patronal que le pertenece al matrimonio, no a esos zánganos que andan detrás de cualquier terreno para apropiarse de ellos!
Tras conocerse la denuncia con la amenaza al matrimonio, se envió a personal de Carabineros para que resguardara la casa de los ancianos, pero hace unos días llegó un grupo de más de 20 delincuentes y, teniendo todo preparado, incendiaron la casa. ¡Una barbaridad en pleno Siglo XXI, aceptar que un grupo de Mapuche quieran “recuperar” las tierras que perdieron y utilizan la fuerza, la amenaza para conseguir sus objetivos!
Se trata de una manga de Mapuche, algunos lo serán, pero la mayoría son terroristas, bandas de narcotraficantes que están siendo financiados para tener la Macro Zona Sur en medio del caos. Son narcotraficantes instalados para generar pánico, destruir viviendas, quemar camiones y quedar en absoluta impunidad. ¿Usted, acaso no cree que algunos de esos delincuentes también son migrantes mezclados con chilenos?
Lo lamentable de todo es que el matrimonio se quedó sin hogar, su casa patronal quemada por completo y en el suelo. Ahí, también se quemaron los recuerdos de gran parte de la vida juntos.
Y menos mal que durante la invasión y el ataque, el matrimonio de ancianos no se encontraba en la casa, porque de haber sido así, de seguro los dejan encerrados y mueren quemados.
Es de tal gravedad lo que estamos evidenciando que uno de inmediato recuerda y hace la analogía con lo ocurrido con el matrimonio de Werner Luchsinger y su esposa Vivianne Mackay, quienes en la madrugada del 4 de enero de 2013, en la Granja Lumahue, en la comuna de Vilcún y mientras dormían, fueron víctima de un ataque incendiario. A la fecha, el único inculpado es el machi, Celestino Córdova. Alguien creerá que este delincuente actuó solo.