¡La estrategia del Gobierno!: ¿El desgaste ciudadano y bajar cifras de apoyo en manifestaciones?
Por: Daisy Castillo Triviños Hace ya casi cuatro semanas que en Chile, estalló lo inevitable: el estallido social, que por años, más de treinta, estuvo contenido, ahí, encubándose y la bomba estalló en el actual Gobierno del Presidente, Sebastián Piñera, perfectamente, pudo haber ocurrido en las administraciones de la izquierda, las mismas que, ahora, responsabilizan a esta administración por lo que está sucediendo, a lo largo del país. No hay que perder la memoria para darse cuenta que este estallido social, del cual, la clase política, ahora, hace un “mea culpa”, casi obligadamente, no les queda otra opción, se arrastra por años y los responsables son los gobiernos que se han instalado en el poder, después del retorno de la democracia, de ese arcoiris que muy pocos vieron sus colores y de los tiempos mejores, para un grupo reducido. En Santiago y regiones, durante casi cuatro semanas se han desarrollado movilizaciones multitudinarias, pacíficas, con ciudadanos que reclaman en familia por un país mejor, por tener calidad de vida, una vejez digna, salud y educación al alcance de todos. Pero, algunos medios de comunicación, han centrado la atención en los desmanes provocados por los delincuentes, por el lumpen, por gente agresiva que está muy lejos del legítimo reclamo social, son anarquistas, que imagino, no han trabajado un día en su vida, que apenas hilan una frase y, alguna vez, habrán leído un libro. Y lo que se ha visto, en estas semanas, de parte del Gobierno, son decisiones, que dan la sensación de estar pensadas a la rápida, sin medir las consecuencias y no querer ceder. Por ejemplo, desde organizaciones internacionales en materia de derechos humanos, se ha pedido que Carabineros deje de usar balines y dispararle en la zona de los ojos a los manifestantes. Se dijo que se acotaría el uso de las armas con balines, pero la Corte de Apelaciones de Antofagasta, golpeó la mesa y prohibió a Carabineros el uso de armas letales y balines en manifestaciones pacíficas. Además, imitó el uso de bombas lacrimógenas. Lo que vale la pena preguntarse, es ¿por qué se registran más de 200 casos de ciudadanos que han sufrido lesiones en sus ojos, como resultado de los balines de carabineros?, ¿se trata de una práctica que se les indicó que deben seguir?, ¿o, acaso, son uniformados que se salen de los protocolos?, ¿sólo un grupo menor de carabineros que están dejando ciegos a los manifestantes? En esta jornada de martes, cerca de 300 mil personas marcharon por La Alameda, pero desde el Gobierno, se habla de 80 mil ciudadanos. ¿Cómo tanta diferencia en las estadísticas?, ¿se está tratando de bajarle el perfil a miles de chilenos manifestándose de manera pacífica? El resto es lumpen, es delincuencia. ¿Nueva Constitución? La Ministra Vocera de Gobierno, Karla Rubilar, planteó que “el Presidente Piñera, ha logrado y está trabajando activamente en poder abrir un camino claro hacia una nueva Constitución, una nueva Constitución es un camino de un nuevo comienzo, es una tremenda oportunidad, es un hecho extremadamente histórico, de poder pensar el Chile de los próximos 30 a 50 años”. A su juicio, el Mandatario está trabajando, dijo, “activamente para poder conseguir los acuerdos necesarios que nos permitan caminar este nuevo tránsito que tiene que ser activo de la ciudadanía, necesitamos participación activa y lo hemos dicho con fuerza”, añadiendo que “queremos un diálogo político en el Congreso, que está realizando el ministro Blumel para poder acercar posiciones, si nos quedamos en las posiciones extremas de cada lado, no va a haber cambio, se va a mantener todo igual”. El punto de las declaraciones de la Vocera de Gobierno, es que la gran mayoría de la ciudadanía es partidaria de una Asamblea Constituyente, porque un Congreso Constituyente, ¿qué representatividad puede tener?, ¿son los mismos que han desprestigiado la política y pretenden ellos mismos que se generen cambios? Estamos en presencia de dos veredas diferentes. Una, del Gobierno y sus discípulos y, en la otra, una ciudadanía que dijo ¡basta!, ¡Chile, despertó!, ¿cómo conciliar esas posiciones? Un panorama complejo, muy complejo y al que se ha tratado de bajarle el perfil.
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