Cifuentes
POLÍTICA

Un proceso constituyente de nunca acabar…

Por: César Cifuentes.

“Parece que el proceso constituyente es de nunca acabar. Como esas historias que se perpetúan en el tiempo y que, al final, sólo terminan provocando desgaste, porque se dilatan, porque se pierde el eje, porque se pierde el norte del tema de fondo.

El Gobierno sigue empeñado en sacar adelante un nuevo proceso constituyente, porque es su bandera de lucha en estos cuatro años de administración de la izquierda, como si no existiera ninguna otra materia que importe más. Dan la señal de que les da lo mismo lo que pasa con las necesidades de la población, si tienen o no cómo sobrevivir, da lo mismo quienes están cesantes, los que viven en pobreza.

Y algunos sectores se están transformando en los mejores aliados de esta gestión de Gabriel Boric, porque, en la práctica, el famoso proceso constituyente lo que consigue son réditos políticos y cuando la conveniencia existe, varios, entonces, son los que se suman. Los republicanos, tan cuestionados desde hace meses, son los que están empeñados en poner trabas a este proceso que antes de comenzar, de tener vida, parece ir perdiendo fuerza, energía entre la población. Es un tema político que le interesa a algunos: a los políticos.

Durante esta semana, con el voto unánime de sus integrantes, la Comisión de Constitución del Senado, aprobó, en general, la reforma constitucional que permite habilitar el nuevo proceso constituyente y que fue producto del llamado “Acuerdo Por Chile” y que, digamos las cosas como son, representa sólo a algunos sectores, claramente, no a Chile completo. ¿Dónde está la opinión de la gente que no forma parte del Congreso?, ¿a quién le importa lo que piense la señora Rosa o don Juan que son pobladores?, ¿dónde está la voz de las regiones? En el Norte, en el Sur, a su gente no se les escucha. Es tal el nivel de centralismo que todo está radicado en Santiago y, con suerte, en Valparaíso. El resto, simplemente, no existe, no tiene tribuna, aunque se supone que hay parlamentarios que representan a regiones y que esa misma gente de regiones le entregó el voto que, ahora, ya no les importa.

Y se olvidan de un antecedente que es fundamental: la Constitución es de todos los chilenos, de Norte a Sur y de mar a cordillera. No es una Constitución para unos pocos, sino que debiera ser integral.

La reforma que se está proponiendo establece un Consejo Constitucional que estará integrado por 50 miembros elegidos bajo las normas que rigen la elección de senadores. El proyecto estipula que, en cada circunscripción senatorial, las listas integradas por un número par de candidaturas deberán tener el mismo número de mujeres y de hombres. Si el total de postulantes fuere impar, un sexo no podrá superar al otro en más de uno.

Y es tal el nivel de falta de criterios comunes que hay más de 140 indicaciones a la reforma constitucional que busca habilitar el nuevo proceso constituyente. Una señal de que el consenso no es, precisamente, el término que comparte la clase política y muchos buscan obtener beneficios que los acomode y que no les permita seguir manteniendo las garantías que, hoy, ostentan y que, a futuro, más de alguno de sus amigos o familiares también puedan obtener.
Hay que decir que algunas de las indicaciones son producto de los acuerdos que alcanzaron los partidos que suscribieron el “Acuerdo por Chile” y, otras, buscan ir más allá de lo pactado como, por ejemplo, incorporar un plebiscito de entrada.

Desde y, algunos parlamentarios de RN y la UDI se han manifestado en contra de la reforma constitucional que habilita este segundo proceso constituyente. ¿Por qué? Argumentan que se trata de un acuerdo político que socava las bases de la institucionalidad, instalando un nuevo período de incertidumbre constitucional y de inacción gubernamental.

Todo este escenario da cuenta del nivel de descoordinación, donde cada sector y cada uno piensa en sí mismo. ¿Y dónde quedan los chilenos? Esos mismos que, probablemente, tendremos que votar en forma obligada por una nueva Constitución.