
Los cambios fisiológicos y emocionales de la maternidad
Más allá del vínculo emocional, ser madre también deja huellas positivas en la salud. Expertos analizan cómo el embarazo transforma el cuerpo de forma profunda y, muchas veces, beneficiosa.
La maternidad no solo implica cambios en la rutina. También transforma, a nivel profundo, el cuerpo y el cerebro de las mujeres. Si bien suele hablarse de las exigencias del embarazo y el postparto, expertos destacan que este proceso desencadena cambios y efectos positivos en la salud, que incluso se mantienen en el tiempo.
La psicóloga de Clínica Ciudad del Mar, Elena Rug, dice que esta etapa puede afectar a la salud mental de las madres. “La conexión de amor que se genera con el hijo o hija es muy enriquecedora y da lugar a un sentido nuevo en la identidad, satisfacción y realización personal. Sin embargo, en algunos casos la maternidad viene acompañada con sentimientos de estrés, culpa, ansiedad, cambios físicos, sociales y hormonales que llevan a un desgaste en el sentido de pertenencia y, en consecuencia, en el bienestar emocional de la mujer”, explica.
Estos síntomas pueden acarrear una depresión, crisis de ansiedad u otras condiciones psicológicas que son tratables con un especialista. “Consulta si crees estar experimentando alguno de estos signos o tienes dudas de tu bienestar psicológico en esta tan bella, difícil y valiosa etapa”, invita la psicóloga.
Un sistema inmune más tolerante
Durante el embarazo, el sistema inmunológico materno enfrenta un reto inédito: aceptar a un ser con una carga genética distinta, sin rechazarlo. Esta adaptación genera un entorno más tolerante, con cambios celulares que disminuyen la respuesta inflamatoria.
“El sistema inmune sufre importantes cambios celulares y de citoquinas para generar un ambiente tolerante, con aumento de sustancias antiinflamatorias que evitan una reacción contra el feto”, sostiene la Dra. Carla Bastías, inmunóloga de Clínica Dávila.
La especialista detalla que, aunque no se ha establecido una relación directa entre la maternidad y una menor incidencia de enfermedades autoinmunes, sí se ha observado una baja en la frecuencia de ciertos tipos de cáncer, como el de mama, lo que podría asociarse a una respuesta inmune más eficiente.
Corazón: un cuerpo en adaptación
El embarazo representa una carga adicional para el sistema cardiovascular. No obstante, en mujeres sanas, este esfuerzo no implica un riesgo significativo.
“En mujeres con enfermedades cardíacas —como insuficiencia cardíaca, hipertensión pulmonar o valvulopatías—, el embarazo puede causar descompensaciones. Sin embargo, la prevalencia de estas condiciones en edad fértil es baja”, señala el Dr. Alberto Barría, cardiólogo de Clínica Dávila Vespucio.
Un cerebro reconfigurado
El cerebro atraviesa profundos cambios neuroanatómicos, hormonales y funcionales. Muchos de ellos se inician durante el embarazo y persisten en el posparto.
El Dr. Juan Pablo Betancur, neurólogo de Clínica Biobío, comenta que estudios de neuroimagen han demostrado que el embarazo reduce selectivamente el volumen de sustancia gris en áreas asociadas a la cognición social, como el lóbulo prefrontal medial, la corteza temporal y el hipocampo: “Esta ‘poda sináptica’ optimiza funciones como la empatía, el reconocimiento emocional y el vínculo con el recién nacido”, detalla.
Además, aumentan hormonas como oxitocina, estrógenos y prolactina, que refuerzan los circuitos de recompensa y apego. Algunos de estos cambios se mantienen por años, consolidando la memoria emocional y la sensibilidad al entorno del menor.
“En síntesis, la maternidad reorganiza el cerebro para favorecer la adaptación emocional, cognitiva y conductual necesarias para el cuidado del hijo, siendo un ejemplo fascinante de plasticidad cerebral en la adultez”, comenta el especialista.
El rol de las hormonas en la salud de la mujer
El Dr. Juan Abarza, endocrinólogo de Clínica Santa María, explica que tras el embarazo el cuerpo inicia un proceso de adaptación para la lactancia y la recuperación uterina, lo que puede generar una sensación de plenitud en muchas mujeres: “Después del parto, bajan el estrógeno y la progesterona, y se mantienen altas la prolactina y la oxitocina, lo que genera que muchas madres sienten plenitud”. No obstante, advierte que también pueden aparecer patologías como la depresión postparto o la tiroiditis.
Aun así, algunas enfermedades autoinmunes pueden mejorar durante la gestación. “El ejemplo más clásico es el hipertiroidismo por enfermedad de Graves-Basedow”, indica el especialista, quien enfatiza la importancia de un control hormonal riguroso durante el embarazo, tanto para el bienestar de la madre como de la guagua.

